/// SPEEDY ORTIZ ///
Speedy Ortiz debutó en la forma de grabaciones caseras a cargo de Sadie Dupuis en 2011, pero el proyecto en solitario rápidamente se convirtió en una banda de pleno derecho amada en todo el mundo por sus letras mordaces, estribillos cautivadores e ingenio musical, así como por su activismo.
Desde entonces, el grupo ha lanzado una discografía expansiva y amada por la crítica, realizó giras por todo el mundo e inspiró a las próximas generaciones de bandas con composiciones creativas y su defensa de la mejora de condiciones de la industria musical.
Han tocado sobre los escenarios de festivales desde Bonnaroo hasta Primavera Sound, abrieron para artistas de la talla de Foo Fighters o Liz Phair, y se llevaron de gira a artistas como Mitski y Soccer Mommy en algunos de sus primeros tours. En 2016, la banda se mudó de Massachusetts a Filadelfia, y la formación cambió poco después para incluir al guitarrista de gran ingenio sonoro Andy Molholt (Laser Background, Eric Slick), la bajista tremendamente melódica Audrey Zee Whitesides (Mal Blum, Little Waist) y el baterista Joey Doubek (Pinkwash, Downtown Boys). ‘Rabbit Rabbit’ es el primer álbum de Speedy Ortiz que presenta a los miembros de gira como colaboradores plenos.
Sadie Dupuis también se ha mantenido ocupada fuera de Speedy Ortiz, lanzando música en solitario (y colaborando con artistas como Lizzo, The New Pornographers, Ben Lee y Backxwash) bajo el apodo de Sad13. Además, ha publicado y promocionado dos aclamados libros de poesía y ha dirigido el sello y revista literaria Wax One (Spacemoth, Johanna Warren, Melkbelly) dentro de Carpark Records. En sus últimos años de trabajo como escritora y entrevistadora, Dupuis dio con un hilo recurrente entre artistas con historias paralelas a la suya: la música había proporcionado escapismo del abuso infantil, pero esas mismas circunstancias turbulentas habían normalizado los aspectos más sombríos de la industria musical. Estos eran flashbacks que ella había evitado, a veces gracias a las giras constantes. Pero, aunque ‘Rabbit Rabbit’ no se anda con rodeos, ni en sus autorreflexiones ni en sus llamadas, todavía hay una sensación de lucha al frente del disco. Esa energía está alimentada por los esfuerzos activistas de la banda; Molholt y Dupuis son organizadores comunitarios del Sindicato de Músicos y Trabajadores Afines en Filadelfia, que ha trabajado para que haya instrumentos en las prisiones estatales. La banda también ha colaborado con organizaciones como Girls Rock Camps y otros grupos de base durante sus giras.
“Mientras escribía este álbum cumplí 33 años, un cumpleaños palíndromo y un número de la suerte asociado al conocimiento”, explica Dupuis. "Quería señalar cómo estaba tomando mejores decisiones a medida que crecía, dejando de lado la ira irresponsable incluso cuando estaba justificada". La conmovedora inmediatez del álbum se debe en gran medida a la fuerza de la banda como colectivo, el trabajo en equipo hacia un futuro mejor o, como dice Molholt, “la navegación constante a través de los altibajos en busca de un lugar estable donde aterrizar”. Con músculo, melodías pegadizas y solidaridad auténtica, Speedy Ortiz están preparados para enfrentarse a las injusticias de este mundo, con o sin un amuleto de buena suerte.